Creo que para mí 2013 ha sido un
año de madurez en el que he crecido como persona. Ha sido un año con cosas
malas, pero hace tiempo que decidí intentar fijarme sólo en las buenas y poner
un filtro en mis recuerdos para que sólo perduren las sonrisas, aunque sin
olvidar lo malo del todo, porque nos guste o no gracias a ello es por lo que
aprendemos.
Hasta marzo fue un año normal,
hasta que una llamada lo cambió todo. De repente, y sin saber cómo, pasaba de
estar estudiando en mi habitación a emprender un viaje hacia Aranda de Duero
para cumplir uno de mis sueños, aunque fuera por poco tiempo. Yo, que nunca
había salido de mi casa tuve que marcharme y llegar a una ciudad nueva en la
que no conocía a nadie. Luchar contra mis miedos y contra la soledad, y crecer
de golpe. Al principio fue muy duro para mí y en la oscuridad de la noche lloré
muchísimo porque no me veía capaz, y ahí creo que fue dónde maduré y dónde me
hice más fuerte. Creo que nunca he aprendido tanto. Aprendí vida y aprendí a
ser mejor profesional. Aprendí que siempre allá donde vayas encontrarás gente
dispuesta a echarte una mano, a enseñarte y a hacerte sentir en casa. El tiempo
pasó volando pero las personas que me llevé, los momentos y los recuerdos
estarán siempre conmigo. Fui con una maleta llena de ropa, de miedos, de
inseguridad y volví con una llena de amigos, de lecciones, de seguridad y de
felicidad.
Pero como todas las cosas
bonitas, llegó a su fin y el verano comenzó. Viví unas vacaciones increíbles
por Asturias. Seis días maravillosos al lado de la persona que más me quiere y
me cuida y otros 4 más en casa de una de las mejores amigas que se pueda tener.
Agosto llegó y me trajo 2
regalos: Uno de ellos un sueño para mí, el mejor regalo de cumpleaños que
recuerdo, un viaje a Madrid para presenciar el homenaje a Raúl en el Bernabéu.
Todavía lo pienso y me emociono; y el otro la noticia más bonita del mundo: En
2014 seré tía. Todavía no ha nacido y ese pequeño ya me ha robado el corazón.
También tuve que tomar decisiones y a día de hoy me surge la duda de si fueron
las correctas, pero de ese error también aprendí una lección: cuando tomes una
decisión valora todas las consecuencias porque después tendrás que asumirlas.
Sin duda este año septiembre no
fue mi septiembre, y San Antolín me trajo más disgustos que alegrías. Al menos
en mi cumpleaños recibí una visita que me lo alegró.
En octubre nunca olvidaré el día
12. Días antes mis abuelos cumplían 60 años de casados y ese fin de semana les
dimos una sorpresa toda la familia: organizamos una comida en la que estuvimos
todos. Quizás fue uno de los días más felices de mi vida.
Noviembre y diciembre prefiero
olvidarlos. El final del año está siendo muy duro y aceptar la realidad es
demasiado difícil. Después de mucho tiempo no llego mala a nochevieja, aunque
lo preferiría antes de lo que está tocando vivir. Se ve que no se me da bien
despedir a los años.
Afronto la llegada del nuevo año con
incertidumbre. Con ilusión por que llegue abril y poder abrazar a mi sobrino y
verle por primera vez su sonrisa, con la ilusión de que mi hermano consiga lo
que se merece en enero, y con miedo a cada día porque otra persona a la que
adoro y estoy muy unida se pueda marchar en cualquier momento.
A pesar de todo hoy recibiré a
2014 como siempre, con una enorme sonrisa, y deseando que me traiga buenas
sorpresas, que siga teniendo a mi lado a la persona que más quiero del mundo, y
que toda la gente de mi alrededor a la que adoro sea feliz.
¡Feliz 2014! Mucha felicidad,
amistad, amor, salud, dinero y sobretodo mucho nanananana to me!!! ♥
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