lunes, 2 de febrero de 2009

2ª parte

Suspiró, se limpió las lágrimas como pudo y con miedo levantó la vista. Efectivamente era quién creía…

-Pues claro que me lo he creído, ya sabes que yo soy muy ingenua, y tenía que probar. Yo creo que si que funciona ¿eh? Cuando llegue a casa me mediré..seguro que algún centímetro he ganado
-Y quizás una pulmonía también
-Puede ser
-¿Qué haces aquí?
-Pues nada no sé…me he perdido…yo iba al baño y ¡mira! De repente he aparecido aquí ¿Te lo puedes creer?
-Tú y tus ironías…nunca cambiarás ¿verdad?

Ambos se miraron y se echaron a reír. Hacía días que no se veían, y sin embargo parecía que nada había cambiado. Él tenía ese poder, aparecía y desaparecía de su vida a su antojo, pero nunca daba la sensación de que el tiempo pasara. Habían ocurrido muchas cosas en los últimos meses, apenas se habían dirigido la palabra, y sin embargo cada vez que se encontraban todo parecía tan normal…

-¿Me vas a decir que haces ahí sentada en un banco con la que está cayendo y por qué llorabas?
-No estaba llorando, sería de la lluvia
-Ya… claro.
Un silencio incómodo rodeó la situación…
-Oye... ¿puedo hacerte una pregunta?
-Si, dime
-¿Por qué…por qué ya nunca me miras a los ojos?


-Sabes de sobra por qué no lo hago
-¿Por qué?
-¿Nunca has oído eso de que los ojos hablan lo que callan las palabras?

Él cambió el rostro, tragó saliva y le preguntó…

-¿Y qué es lo que callan tus palabras?

Se miraron fijamente. A ella se le inundaron los ojos de lágrimas, pero apretó los dientes fuertemente para que no saliera ninguna. Él bajó la mirada, no aguantó demasiado tiempo mirando aquellos ojos que hablaban con la misma claridad con la que se ve el fondo en un lago de aguas cristalinas

-Todavía no me has perdonado, ¿verdad?

La única respuesta que obtuvo fue la de un silencio ensordecedor

-Siempre hemos evitado el tema, sobre todo yo que soy el que más tiene que perder en este asunto. Siempre he sido un cobarde y no he sabido enfrentarme a mis decisiones, pero era lo mejor
-¿Tú que sabrás lo que es lo mejor? ¿Lo mejor para mí o lo mejor para ti? Nunca te he querido decir nada, pero tú sabes que fuiste un egoísta, sabías que me hacías daño pero te dio igual, te consolabas pensando que me hacías un favor, cuando en realidad te lo hacías a ti mismo. Bastaba con que hubieras sido sincero, pero tu maldito egoísmo no te dejaba ver más allá de tus narices

Por primera vez en su vida ella hablaba con frialdad, sus palabras iban cargadas de rabia y resentimiento. Llevaba mucho tiempo callando, con todos esos pensamientos guardados bajo llave en algún cajón de su corazón. Él la dejó tirada tiempo atrás y por primera vez ella pensaba en sí misma y no le ponía una sonrisa y decía que todo estaba bien solo por no hacerle sentir culpable. Cada palabra golpeaba en sus oídos como las olas golpean en las rocas…

-Me lo merezco…merezco que pienses todas esas cosas de mí. De hecho deseaba que me odiaras porque a mi lado nunca serías feliz. Y sí… quizás fui un egoísta, pero fue porque tenía miedo
-¿Miedo de qué?

-Miedo de...







(continuará...)

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me ha gustado mucho esta parte "Los ojos son el espejo del alma". Pero nos has dejado con el miedo!! Muchos besos

Unknown dijo...

...miedo de enamorarse, supongo...

Me ha gustado mucho el relato, espero ansioso la continuación!!!

Besos.